El rap latino conquistando espacios: Festival Nuestro 2019

Lúcuma
7 min readFeb 6, 2020

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Fotografía de Matías Casal (@matiascasalh)

Los festivales son una de las instancias más importantes en la carrera de los músicos, son una de las mayores oportunidades para llegar a más público y, si la presentación es buena, poder estar en más festivales todavía e ir juntando fanáticos alrededor del globo. En un contexto de grandes cambios para la música argentina, Festival Nuestro se actualizó y ofreció shows variados y de origen mayormente independiente. Entre los diferentes estilos que enriquecieron la jornada vivida el recién pasado dominmgo 18 de mayo en Tecnopólis, también hubo rap: Eli Almic junto a DJ RC, Militantes del Clímax, Miss Bolivia, Dakillah, Tink y Nathy Peluso. Esto es un paso hacia adelante para la naturalización del Hip Hop como parte de la cultura de los países latinos, tanto por la llegada del festival, como por su realización en Tecnópolis, un predio para exposiciones científicas hecho por el gobierno argentino.

¿Qué demuestra el FN’19 del estado de la música argentina?

La edición 2019 del Festival Nuestro se caracterizó principalmente por la inclusión. En primera instancia de artistas femeninas, que siempre tienen más difícil ocupar un lugar en la escena. Este año, en la decimonovena edición del Cosquín Rock, mayor festival argentino de rock, hubo polémica porque se lo reconoció como el festival con menor participación femenina en Latinoamérica, con solo un 2,2%. Respecto a esto, su organizador salió a dar unas declaraciones muy refutadas, alegando que faltaban mujeres porque había muy pocas con talento. El final de la problemática parecería ser feliz, se decidió que para la próxima edición se iba a dar lugar real a proyectos femeninos y, además, se marcó un precedente para cualquiera que quiera armar un evento musical grande en el país. Festival Nuestro supo reaccionar a tiempo y, si bien en sus primeras tres ediciones sólo hubo una exponente mujer en la grilla y para la cuarta en 2018 sólo tres, esta vez, de los 26 proyectos convocados hubo casi un 50% con fuerte participación femenina.

Por otro lado, existió una gran inclusión de géneros musicales por fuera del rock, que desde hace mucho ocupa todos los espacios en la escena argentina de una manera forzada. El rock de camperas de cuero, solos de guitarra trillados y sostenido a base de fanáticos conservadores. La caída de ese sector tóxico del género se ha dado, pese a quien le pese, por vivir a la sombra de lo que ya se hizo hace décadas, escasez creativa y por la ola de denuncias por violación y abuso a un montón de exponentes por parte del imparable movimiento feminista. Esto ha dejado en offside a las viejas generaciones y ha cortado de raíz los abusos en las más nuevas. Entre todas estas bandas denunciadas se encuentra una de las presentas en esta edición del FN, Las Pastillas del Abuelo, tanto su cantante “El Pity” Fernández como su guitarrista Fernando Vecchio están acusados de violar menores de edad. La aparición de esta banda en la grilla del festival es reprochable y es el último vestigio de ese “rock barrial” obsoleto y machista que queda en la fecha, subgénero que protagonizaba las primeras ediciones. En esa etapa sólo un cuarto de las grillas se conformaban por cosas que no sean rock. El año pasado incluyeron un espacio entero para el rap y el trap con exponentes como Malajunta Malandro y Dakillah, quedando mitad y mitad con el rock; previando esta edición en la que este último fue una minoría dentro de toda la variada oferta.

¿Cómo fue representado el rap?

Bien temprano tocaron los Militantes del Clímax, una banda ya consolidada que se fundó como un grupo que mezclaba músicos de funk, dos raperos y una propuesta teatral. Entre su debut de 2014, “Clímax”, y “Día 4”, su segundo álbum, se ganaron el aprecio de un público que no acostumbra al rap y, dentro del Hip Hop, ser la banda más importante a nivel nacional. Hoy en día sólo queda rapeando El Auelo, pero siguen ahí las intervenciones con monólogos politizados de Franco Bersi, los otros siete instrumentistas oficiales y Dj Pharuk, quien se suma para los vivos. Su show estuvo cargado de la energía funky que tienen todas las fiestas clímax y dejaron con ganas de más. Para saciar esas mismas ganas seguían los uruguayos amigos de la casa, Eli Almic y DJ RC, que fueron gradualmente atrayendo más y más público a base de canto, rapeo y scratches. Al igual que la grilla, el público era muy equitativo en cuestiones de género, y todas las chicas que recorrían el área se emocionaron con ‘Brujas’, una canción durísima que refleja algunos de los peligros de ser mujer en un contexto machista como en el que habitamos. Su propuesta es una de las más interesantes y sólidas del rap latino, muy alejada de los clichés, trae letras bien desarrolladas y con flows trabajados entre el canto y el rapeo. Moviéndose de manera profesional y sin descuidar su música consigue girar internacionalmente e ir sumando de a poco un público que es pequeño, pero que está apasionado por su obra. Su paso por Festival Nuestro puede coronarse como la despedia antes de su primera llegada a España como parte del cartel del Festival Primavera Sound de Barcelona.

A medida que avanzó el día se iban desenvolviendo, entre carritos de comida y espacios ecológicos, shows de todo tipo. Desde Colombia, Monsieur Periné luchó contra la lluvia, y le ganó a fuerza de vientos, percusión y cuerdas en una conjunción de big band de jazz fiestera. Pablo Dacal representó el enorme movimiento de cantautores rioplatenses y Juana Molina dió un espectáculo musical tan genial como experimental, minimalista en la superficie, pero muy complejo en su construcción. Pero estaba claro que el show más esperado de la noche era el de Nathy Peluso, quien el año pasado había hecho una gira triunfal por su país natal, primero con un sold out en Niceto Club y más tarde agregando fechas en sitios más grandes, agotando las entradas en efecto dominó. El escenario de Festival Nuestro era uno del calibre correspondiente para el fenómeno que genera esta artista, juntando finalmente a miles de sus fans para un único show bajo la noche de luna llena.

La íntima conexión con su público pasional dada en el primer show que había dado en Buenos Aires también sigue, pero ahora distribuida multitudinariamente. Desde su EP debut, “La Sandunguera”, solamente lanzó el single ‘Natikillah’ y su fanaticada sigue aumentando sin necesidad de mantenerse 100% activa públicamente. Esto no quiere decir que Nathy no haya estado trabajando, lanzó el libro “Deja Que Te Combata” y ha ampliado su backing band en vivo para mayor goce. El trío Big Menu se convierte en sexteto para acompañarla, agregando al bajo, guitarra y batería, dos coristas y un teclado; sumando al groove siempre presente un mayor trabajo armónico y espacios para que Nathy tenga más libertad. Vale la pena resaltar el increíble trabajo que hizo José Benítez como baterista, un músico con el que cualquier rapero quisiese tocar.

Su público no sólo es único por la fusión de estilos que tiene su música, también por conformarse mayormente por mujeres. Algo poco común, generador de una experiencia en vivo muy distinta a la promedio. Las emociones estallan y la admiración se convierte en euforia. La relación no es tan lineal como emisor-receptor, no es “chicas pogo”, “chicas bailen” o “chicas, manos arriba”, la iniciativa parte del público y esto le da una credibilidad total a las expresiones de la artista. Una versión salsera de ‘Daga’, el himno ‘Corashe’ y el nuevo hit ‘Natikillah fueron los momentos más intensos del espectáculo, pero la energía estuvo ahí en todo momento, bailando, haciendo un cover de ‘Dos Gardenias’ y hasta antes de que aparezca la ríal reina papi.

La oportunidad de tocar en un festival al que concurren miles de personas y en el que se comparte con músicos de calibre mundial como Juana Molina, Chancha Vía Circuito y el Chango Spasiuk es valiosísima para la escena del rap argentino. En esta edición los exponentes fueron profesionales y tuvieron muy buenos resultados. Ése es el camino que hay que tomar siempre para seguir conquistando espacios. La selección que participó no es la de rap más estricto, son propuestas originales y accesibles para todo el mundo. La voz y profundidad lírica de Eli Almic, la onda contestataria y funk de Militantes del Climax y el fenómeno que genera Nathy Peluso, están relacionados de raíz con el rap, pero no dejan que eso los limite; mientras Miss Bolivia combina el rap con cumbia, Tink con reggae y Dakillah con trap y pop. Todas tienen o construyen una identidad musical propia, que es lo que hace que un artista pueda trascender más allá de su estilo original. La grilla del festival es otro de los tantos incentivos para preguntarnos por qué Residente, Ana Tijoux, Canserbero o El Cuarteto de Nos rapeando han tenido tanta masividad y longevidad en su mensaje, incluso en un territorio donde ésta forma de construir e interpretar poesía llega a ser desprestigiada.

Crónica de Festival Nuestro 2019 (18/05/2019), escrita por Agustín Wicki y originalmente publicada en La Celda de Bob (22/05/2019).

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Medio digital de difusión, análisis y crítica musical. Nos dedicamos a pensar la música que te (y nos) gusta. Actualmente en lucumalucuma.com

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