3 Joyas del Hard-Rock #1: Argentina en los 70s.

Lúcuma
7 min readJun 19, 2021

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Lo que hicieron Luis Alberto Spinetta, Miguel Cantilo y Pajarito Zaguri inspirados por Led Zeppelin.

De izq. a derecha: Miguel Cantilo, Pajarito Zaguri y los Pescado Rabioso.

Cuando el rock argentino a principios de los 70s había crecido lo suficiente como para que haya corrientes dentro del movimiento, se promovió la idea de una división imaginaria entre “blandos” y “pesados”. Los blandos eran los hippies de un palo más folk y sensible, mientras los pesados eran de una imagen más típicamente rockera hedonista. En la realidad todos convivían en una armonía bastante aceptable, sin los roces con los que la revista Pelo insistía. Todas las fechas compartidas y trabajos colaborativos prueban la homogeneidad de la movida de la música progresiva (como se le denominaba por aquel entonces).

La grandísima influencia que tuvieron bandas como Led Zeppelin y Deep Purple sobre el sector más hippie lo demuestra. De repente los blandos aparecieron envestidos en polenta, por ejemplo Miguel Cantilo, Pajarito Zaguri y Luis Alberto Spinetta. Incluso desde el exilio en Francia, pasó algo similar con Miguel Abuelo Et Nada y ese brutal disco homónimo. Fue una camada muy específica de bandas y lanzamientos, pero fue altamente fructífera. He aquí tres pruebas.

Por Agustín Wicki (“Miguel Cantilo y Grupo Sur” y “Rock de las Heridas”) y Miguel Bachur (“Desatormentándonos”).

Extra: Si hubo un pabellón del hard rock en Argentina durante los 70s, los dueños eran los monos de Billy Bond y La Pesada del Rock And Roll. En Lúcuma repasamos en profundidad la historia de este pseudo-colectivo multiforme, su importancia en la época y su extensísima y excéntrica discografía.

Pescado Rabioso — Desatormentándonos (1972) [Talent-Microfón]

Pescado Rabioso fue lo primero que conocí de Spinetta por fuera de sus temas más comerciales y quedé maravillado porque era algo que buscaba en mi adolescencia temprana. Desatormentándonos me llegó gracias a un amigo que pidió que baje en mi celular el tema Post-crucifixión para mandárselo. Nunca había escuchado antes esa versión de Spinetta.

El álbum no es largo, dura lo necesario y le hace honor al recorte temporal en el que se publica porque suena muy a rock setentero. Aún así no es algo que se espere sea genérico ni mucho menos, pues estamos hablando del Flaco. Sí cabe destacar que no es uno de los álbumes más populares incluso haciendo un recorte de todo lo que fue Almendra, Pescado Rabioso e Invisible. Vale totalmente la pena, porque lo musical acompaña a todo lo que Luis intentaba transmitir en pleno 1972. Argentina estaba bajo un gobierno de facto, y se vivía un momento de ebullición social con muchos movimientos sociales llenando las calles para manifestarse en contra de la dictadura vigente en aquella época.

Teniendo en claro ese contexto piensen de vuelta en la carga simbólica de los nombres de la banda, del álbum, de los tracks. El álbum era un desahogo ante la acumulación de tanta rabia. Era desatormentarse. Tanto desde lo rítmico como desde lo lírico y las guitarras con distorsiones estridentes. Eso es lo que van a encontrar a lo largo de los 8 temas que lo componen. Punto altísimo: Serpiente (viaja por la sal), 9 minutos de hard rock progresivo para escuchar en loop hasta el cansancio.

La versión lanzada en 1972 contiene 5 canciones, y le sumaron 3 bonus tracks en 1996 con la publicación en formato CD. A mi manera de ver, estos tres tracks encajan a la perfección con la idea del álbum y es un todo completamente coherente y cohesivo.
Podría escribir muchísimo más, pero quiero que se queden con esa idea que mencioné antes, el desahogo, que el propio Luis describe en un mensaje que está en el interior del álbum: “…Nosotros, desatormentándonos para siempre”.

Miguel Cantilo y Grupo Sur — Miguel Cantilo y Grupo Sur (1975) [Trova]

Miguel Cantilo fue una figura crucial para el rock argentino desde fines de los 60s hasta principios de los 80s. No se suele rescatar todos sus aportes, a pesar de que haya sido uno de los que mejor representó el hippismo en Argentina con su duo de folk, Pedro y Pablo (junto a Jorge Durietz), y hasta fue pionero del new wave local junto a Punch. Ya con esos dos proyectos debería bastar para que tenga su lugar en el panteón de rockeros de las primeras etapas, las anteriores al fin de la dictadura militar que duró del ’76 al ’83. Sin embargo, incluso hay algo más, un disco poco conocido que podría ser el mejor del hard rock nacional: “Miguel Cantilo y Grupo Sur”.

Cantilo influenciado por Zeppelin, tomó su lado más silvestre (aquellas épicas inspiradas en J.R.R Tolkien), pero desde una perspectiva más realista: Por aquel entonces Miguel estaba viviendo en El Bolsón, el paraíso hippie de la Patagonia. El espíritu del álbum nació de la vida cuasi-salvaje en los bosques sureños de la mano de Miguel y Kubero Díaz (Cofradía de la Flor Solar y La Pesada), quien no grabaría, pero fue co-autor de la mayoría de las piezas. El hecho de que se haya publicado en 1975, dos años luego de ser grabado, probablemente haya ayudado a que pase desapercibido.
El redescubrirlo a día de hoy es una experiencia tremenda. La característica voz de Cantilo es propulsada en falsetes puntiagudos y la banda consigue un sonido potentísimo sin desconectarse de la naturaleza. La guitarra eléctrica corre por Willy Pedamonte (bajista en Piel de Pueblo), mientras que el bajo y la batería los ponen Alejandro Marassi y Diego Villanueva respectivamente, dos tercios de La Banda del Oeste, una banda conocida como el grupo peronista por excelencia de la época, que solo llegó a grabar un simple. De la formación lo más brillante son los invitados, Isa Portugheis de La Pesada en percusión, del mismo colectivo el violinista Jorge Pinchevsky, un instrumento de cuerdas persa llamado kemanchá por el misterioso Harotium y el saxo rabioso de Gastón Cubillas. Además, ocho coristas elevan la música y por sobre todas las cosas refuerzan el sentido de comunidad de la obra, representando un grupo de personas que había encontrado una forma de vida alternativa.

Piel De Pueblo — Rock de las Heridas (1972) [Disc Jockey]

Según muchas versiones ‘Rebelde/No Finjas Más’ de Los Beatniks, la banda que lideraban Moris y Pajarito Zaguri, fue el primer single del rock argentino. Zaguri es el gran pionero no reconocido del rock local. Menos bohemio que Javier Martínez, no tan universal como Moris, poco cool lado de Tanguito y bien lejos de la consistencia de Litto Nebbia. Pajarito salió perdiendo en la repartija de reconocimiento y, siendo sincero, no es que su catálogo sea particularmente genial, lo que hace difícil reivindicarlo a lo grande. Sus composiciones y su calidad interpretativa eran rústicas a comparación de sus colegas, para quienes el paso de los 60s a los 70s habá sido mucho más fluido.
En sus bandas Los Náufragos y La Barra de Chocolate quedaban muchos dejos del beat y rock and roll que eran considerados música complaciente para el momento. Rockal y la Cría tampoco fue un proyecto sorprendente y su debut, “Pajaro y la Murga del Rock And Roll”, llegó recién en el ’76, con la misma línea bluesera típica. Sus álbumes se han ganado cierto aprecio en el nicho más por la personalidad e importancia histórica de Zaguri que por el contenido de la música en si, que es solo para amantes del estilo (salvo gratas excepciones). Sin embargo, hay un disco que podría considerarse su clásico, al menos de culto, y ese es “Rock de las Heridas” de Piel de Pueblo.

Aunque hay otro personaje pertinente para la magnitud de esta placa y ese es Nacho Smilari, uno de los grandes guitarristas del movimiento en aquella época. Ya había tocado mucho con Pajarito, además de un curriculum potente con Vox Dei, La Pesada y su banda Cuero, con la que hizo una joya de culto en 1974 llamada “Crecimiento”. Si se buscaba ese sonido peludo, Smilari era uno de los que mejor lo amplificaba, además de manejar un grado de teoría musical que no era muy común entre sus compañeros. La quintaesencia de Pajarito Zaguri y la fiereza de Nacho Smilari son los componentes principales de esta propuesta.

Configura mandamientos del sentir rockero inicial como son la histeria, la insatisfacción y la necesidad de libertad. Elementos que evidentemente no caían bien a las autoridades en una época tan opresiva como fue el gobierno militar de Agustín Larousse. Esto no ayudó a que la banda tenga mucha actividad tocando y resista al paso del tiempo. Sin embargo, el registro que lograron en este LP es una expresión bien directa de las emociones que habían en la contracultura. Un disco con garra.

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Written by Lúcuma

Medio digital de difusión, análisis y crítica musical. Nos dedicamos a pensar la música que te (y nos) gusta. Actualmente en lucumalucuma.com

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